Paracentesis


La paracentesis abdominal debe realizarse en todos los adultos que presentan el primer episodio de ascitis de causa desconocida. La evaluación del líquido ascítico determinará si la ascitis se debe a hipertensión portal u otro proceso, como cáncer, infección o pancreatitis.

La paracentesis diagnóstica también debe realizarse en pacientes con ascitis preexistente ante la sospecha de peritonitis bacteriana espontánea (PBE). La PBE es común en los pacientes con ascitis y puede llegar a poner en riesgo la vida; los indicadores clínicos son la fiebre, el dolor abdominal, el empeoramiento de la encefalopatía o de la función renal, la leucocitosis, la acidosis, la hemorragia gastrointestinal, la sepsis y el shock. Por otra parte, algunos especialistas recomiendan que todos los pacientes con cirrosis y ascitis que requieren hospitalización deben ser sometidos a una paracentesis de control, dado que la PBE oculta no es rara en estos pacientes.

Para aliviar el disconfort o el compromiso respiratorio en pacientes con ascitis a tensión hemodinámicamente estables se recurre a la paracentesis de grandes volúmenes. En los pacientes con ascitis refractaria o que no responden a los diuréticos se pueden hacer paracentesis de grandes volúmenes seriadas.

El procedimiento debe realizarse con precaución en las embarazadas o en pacientes con visceromegalias, obstrucción intestinal, adherencias intraabdominales o vejiga urinaria distendida. En estas situaciones, el procedimiento realizado bajo la guía ecográfica puede reducir el riesgo de lesión iatrogénica. En los pacientes con obstrucciones intestinales, antes de la paracentesis se debe colocar una sonda nasogástricas. También en los pacientes con retención urinaria se debe colocar, previo al procedimiento, una sonda vesical. El catéter de la paracentesis no debe introducirse a través de zonas con infección cutánea, vasos cutáneos visiblemente dilatados, cicatrices quirúrgicas o hematomas de la pared abdominal.